Robert Motherwell:  Elegías por la República Española

Posiblemente el expresionismo abstracto no habría pasado de ser un grupo de chiflados que manchan telas en Nueva York, si no hubiera existido Robert Motherwell.

Robert Motherwell estudió Filosofía en la Universidad de Stanford para poco antes de doctorarse, comenzar estudios de arte. Todo fue repentino, pero sin darse cuenta paso del surrealismo de sus primeros pasos como pintor, a pertenecer al rompedor grupo expresionista abstracto de la escuela de NY… Y en parte a liderarlo.

Todo tiene una sencilla explicación. Gracias a sus conocimientos del ámbito universitario y sus cualidades filosóficas, Motherweel fue el teórico de tan ilustre grupo. Se dedicó, en parte, en dar a conocer a sus compañeros, explicar lo que hacían y plasmar teóricamente las ideas que cambiaron para siempre la historia del arte. Viajó a través de todo el mundo, acercando el golpe de efecto que había dado la estética contemporánea en NY. Si no hubiera sido así, es posible que Rothko, por ejemplo, jamás se hubiera dado a conocer, pues jamás salía de su estudio a causa de su timidez.

 

Pero no solo hay que reconocer a Motherwell su labor didáctica . Motherwell es un verdadero genio de la pintura por méritos propios. Todas sus obras parten de una composición perfectamente estudiada. A un primer vistazo, parece como si únicamente la fuerza expresiva hubiera sembrado el resultado del cuadro, pero simplemente parándose un segundo a analizarlo, descubrimos como el cuadro está dominado por una estructura geométrica que nos acentúa las sensaciones propuestas por el autor… Y como muestra un botón:

ELEGIAS POR LA REPUBLICA ESPAÑOLA

En 1948, Motherwell ilustra con un dibujo a tinta un poema del critico Harold Rosenberg y lo reutiliza para ilustrar LLANTO POR LA MUERTE DE IGNACIO SANCHEZ MEJIA. Esta misma “Ilustración”, es la matriz de la primera de las Elegías por la República española. Una serie a través de la cual el artista analiza la misma composición de formas, una y otra vez, cambiándolas de color y peso, aunque predominando siempre el blanco y el negro. En todas ellas, una composición de manchas circulares y rectángulos rectilíneos, toman el espacio produciendo el lleno absoluto. Un agobio de falta de espacio que dirige el resto de la composición. Son formas abstractas, no perfectas, que sin embargo se reparten la tela creando una estabilidad neutra dentro del agobio.

Aunque cada nueva “elegía”, bebe de la anterior, todas son diferentes. El reparto del peso a través de los mismos elementos y la frescura de la pincelada, que transforma las formas matemáticas en gestos pictóricos, crean una serie compacta pero no repetitiva.

Aunque lo cierto, es que para comprender la grandeza de Motherwell hay que adentrarse en su obra posterior, cuando todavía se acerca más a la geometría y los planos de color. Cuando realmente adquiere un valor pictórico prácticamente inigualable y que tan solo Rothko puede compartir.

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